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Isaías 49:15 ilustra la grandeza del amor de Dios por nosotros. Aunque es extremadamente raro que una madre humana abandone a su bebé recién nacido, sabemos que es posible porque sucede. Pero, no es posible que nuestro Padre Celestial olvide o deje de amar plenamente a sus hijos.
Ver también: ¿Cuándo empieza la Cuaresma? (En este y otros años)Isaías 49:15
"¿Acaso se olvidará una mujer de su niño de pecho, para no compadecerse del hijo de sus entrañas? Aun a éstos puede olvidar, pero yo no me olvidaré de ti" (RVR1995).
La promesa de Dios
Casi todo el mundo experimenta momentos en la vida en los que se siente completamente solo y abandonado. A través del profeta Isaías, Dios hace una promesa tremendamente reconfortante. Puede que te sientas completamente olvidado por todos los seres humanos de tu vida, pero Dios no te olvidará: "Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me tendrá cerca" (Salmo 27:10, NLT).
La imagen de Dios
La Biblia dice que los seres humanos fueron creados a imagen de Dios (Génesis 1:26-27). Puesto que Dios nos creó varón y mujer, sabemos que hay aspectos masculinos y femeninos en el carácter de Dios. En Isaías 49:15, vemos el corazón de una madre en la expresión de la naturaleza de Dios.
El amor de una madre suele considerarse el más fuerte y hermoso que existe. El amor de Dios trasciende incluso lo mejor que este mundo puede ofrecer. Isaías retrata a Israel como un niño de pecho en brazos de su madre, brazos que representan el abrazo de Dios. El niño depende totalmente de su madre y confía en que nunca será abandonado por ella.
En el versículo siguiente, Isaías 49:16, Dios dice: "Os he grabado en las palmas de mis manos" El sumo sacerdote del Antiguo Testamento llevaba los nombres de las tribus de Israel sobre sus hombros y sobre su corazón (Éxodo 28:6-9). Estos nombres estaban grabados en joyas y adheridos a la vestimenta del sacerdote. Pero Dios ha grabado los nombres de sus hijos en las palmas de sus manos. En el idioma original, la palabra grabado Nuestros nombres están permanentemente grabados en la carne de Dios. Están siempre ante sus ojos. Él nunca puede olvidar a sus hijos.
Ver también: Ángeles: Seres de LuzDios anhela ser nuestra principal fuente de consuelo en tiempos de soledad y pérdida. Isaías 66:13 confirma que Dios nos ama como una madre compasiva y consoladora: "Como una madre consuela a su hijo, así os consolaré yo".
El Salmo 103:13 reafirma que Dios nos ama como un padre compasivo y consolador: "El Señor es como un padre para sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen".
Una y otra vez el Señor dice: "Yo, el Señor, te hice y no te olvidaré" (Isaías 44:21).
Nada puede separarnos
Tal vez hayas hecho algo tan terrible que creas que Dios no puede amarte. Piensa en la infidelidad de Israel. Por muy traicionera y desleal que hubiera sido, Dios nunca olvidó su alianza de amor. Cuando Israel se arrepentía y volvía al Señor, éste siempre la perdonaba y la abrazaba, como el padre de la historia del hijo pródigo.
Lee despacio y con atención estas palabras de Romanos 8:35-39. Deja que la verdad que contienen impregne tu ser:
¿Puede algo separarnos del amor de Cristo? ¿Significa que ya no nos ama si tenemos problemas o calamidades, o si somos perseguidos, o tenemos hambre, o estamos en la indigencia, o en peligro, o amenazados de muerte? ... No, a pesar de todas estas cosas ... Estoy convencido de que nada puede separarnos jamás del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupacionesNi el poder del infierno podrá separarnos del amor de Dios. Ningún poder del cielo ni de la tierra podrá separarnos jamás del amor de Dios que se revela en Cristo Jesús, Señor nuestro.He aquí una pregunta que invita a la reflexión: ¿es posible que Dios nos permita experimentar momentos de amarga soledad para que descubramos su consuelo, su compasión y su fiel presencia? Una vez que experimentamos a Dios en nuestro lugar más solitario -el lugar donde nos sentimos más abandonados por los seres humanos- empezamos a comprender que Él siempre está ahí. Él siempre ha estado ahí. Su amor y su consuelo nos rodean sin importara dónde vamos.
La soledad profunda, que aplasta el alma, es a menudo la misma experiencia que nos hace volver a Dios o acercarnos a Él cuando nos alejamos. Él está con nosotros en la larga noche oscura del alma. "Nunca te olvidaré", nos susurra. Deja que esta verdad te sostenga. Deja que cale hondo. Dios nunca te olvidará.
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